En estos días, la editorial Sudamericana ha lanzado los dos primeros tomos de la colección Nueva Historia Argentina , una obra colectiva a cargo de diversos investigadores del ámbito académico y universitario. Uno de estos dos tomos iniciales es Arte, sociedad y política , cuyo compilador es José Emilio Burucúa;y el otro es Revolución, República, Confederación (1806-1852), a cargo de Noemí Goldman. La obra, en trece tomos, revisa la historia nacional desde los tiempos prehispánicos hasta el gobierno de Menem e incluye dos volúmenes especiales sobre historia del arte y un Atlas histórico-geográfico. La colección quiere combinar excelencia académica y actualización temática y bibliográfica con un lenguaje y una presentación adecuados para el público en general. Dialogamos con Juan Suriano, coordinador general de la colección. Suriano es Profesor de Historia Social General en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y de Historia Social Argentina en la Maestría de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de La Plata. Dirige la revista Entrepasados y es autor de numerosos artículos sobre el mundo del trabajo y el anarquismo argentino, publicados en revistas locales e internacionales. Actualmente prepara la edición del libro La cuestión social en Argentina, 1890-1950.
-Hace ya veinte años, en la presentación de la Colección Historia Argentina que dirigía para la editorial Paidós, Tulio Halperín Donghi justificaba el emprendimiento por el hecho de que esa obra había sido escrita por profesionales, que practicaban “un estilo de indagación histórica a la altura de los tiempos” ¿Qué cosas distinguen y justifican esta nueva colección?
-En principio hay un vacío más que evidente de trabajos históricos abarcadores. Desde fines de los años ochenta parece haberse abandonado la vieja concepción de visiones estructurales y omnicomprensivas de los procesos históricos y hoy son frecuentes las miradas puntuales o microhistóricas. Paralelamente al abandono de las visiones totalizadoras tampoco se escribe una historia desde la perspectiva setentista, teñida de miradas ideológicas. Y si bien es cierto que esta carencia ha quitado algo de pasión y de compromiso político a la tarea del investigador, también lo es que ha dado lugar a una creciente profesionalización y a una historia más rigurosa. Entonces, partiendo de las nuevas formas del saber histórico, esta colección intentará analizar y explicar los procesos de manera omnicomprensiva, a través de distintos niveles de análisis -económico, social, político y cultural-. Además, sin dejar de cumplir con los requisitos de una obra de divulgación, se dará cuenta de los aportes historiográficos de las últimas dos décadas.
-Ultimamente, existe entre el público en general una renovada afición por los textos históricos, que ha sido satisfecha sobre todo por libros de estilo biográfico o novelesco, muchas veces escritos, no por profesionales de la historia, sino por ensayistas y aficionados. ¿Es esta obra, de alguna manera, una reacción del mundo académico a esa demanda?
-El propósito de esta colección es esencialmente subsanar la notoria ausencia de la historia profesional en el campo de la divulgación. Esos espacios vacíos fueron cubiertos, a veces con ligereza, por autores cuyo conocimiento de la historia es superficial y cuyo manejo metodológico es por demás deficiente. Esta obra apunta a resolver esa ausencia pero para ello se ha tomado la precaución de recurrir a un estilo narrativo ágil, que intenta reducir al mínimo las notas a pie de página y los cuadros estadísticos, así como incluir fotos, ilustraciones y documentos. Otro recurso es la incorporación de un Atlas Histórico en la colección, elemento totalmente novedoso. Su propósito es reunir en un volumen de consulta el pasado nacional y proporcionar una solución práctica a diferentes tipos de lectores, desde aquellos que sólo buscan ubicar un acontecimiento, hasta los que deben realizar una consulta más general, ya sean investigadores o estudiantes universitarios.
-Debe ser difícil emprender una obra de conjunto en momentos de gran fragmentación de los objetos de estudio, como el que vive la disciplina histórica. ¿Cuáles han sido, a su criterio, las grandes líneas de investigación en historia argentina en los últimos veinte años, que esta obra está reflejando?
-Es cierto que en los últimos años la tendencia a la fragmentación del conocimiento histórico ha ido desdibujando los grandes temas de investigación. Sin embargo, en algunas áreas pueden recortarse figuras más nítidas. En el campo de la historia social, la cultura de los sectores populares ha sido una línea de investigación que generó muchos trabajos específicos sobre la cultura barrial, el papel de la familia, el lugar de las mujeres dentro de ella y en los diferentes planos de la sociedad, las formas de sociabilidad y diversas manifestaciones de la vida privada. La historia política se renovó pues produjo un corte con la vieja historia fáctica e introdujo problemas asociados a la relación entre estado y sociedad civil, las formas de la vida política y la formación de esferas públicas. Frente al peso de la historia nacional con eje en el litoral pampeano, la historia económica y social enfatizó el estudio de las regiones y, particularmente, de las provincias. Esta obra pondrá énfasis en estos aspectos y abordará temas antes subestimados o ignorados de la historia política, social y cultural. Pero, aunque los contenidos sean novedosos y renovadores, desde el punto de vista técnico y formal, la colección ha sido diseñada según una perspectiva clásica. Cada tomo abarca un período preciso y dentro de él analiza los distintos niveles (la economía, la sociedad, la política y la cultura) de los procesos históricos.
-La colección dirigida por Halperín en la década del setenta era una obra colectiva, en la que cada tomo estaba escrito enteramente por renombrados especialistas en el período correspondiente. En esta colección, en cambio, los volúmenes son a su vez compilaciones de diferentes autores, algunos más conocidos por su obra -como Juan Carlos Torre, Hilda Sabato, Enrique Tandeter o José E. Burucúa-, otros menos conocidos por el público en general, y algunos historiadores extranjeros. ¿Por qué tantos autores y cuál fue el criterio para su selección? ¿Es que ya no hay especialistas de grandes períodos?
-Es difícil encontrarlos. En nuestro caso, cada volumen pretende ser la síntesis del período correspondiente y es el director del tomo quien otorga coherencia y unidad al relato. En este sentido es fundamental la elección de los colaboradores para llenar cada uno de los niveles de análisis. Por otro lado, la idea original fue que la selección, para cada uno de los capítulos, recayera sobre historiadores y especialistas en ciencias sociales que hubieran realizado aportes importantes sobre el tema para el cual se los convocó. Obviamente, esto no siempre fue posible pues existen áreas menos renovadas que otras. En cuanto a la elección de los colaboradores, se convocó a autores de renombrada trayectoria y se tuvo en cuenta también la posibilidad de incorporar a los historiadores más jóvenes, hecho que no hubiera ocurrido si los volúmenes hubiesen sido unipersonales.
-Además del Atlas Histórico, otro rasgo original de esta colección es la inclusión de dos volúmenes especiales dedicados a la historia del arte en la Argentina.
-Esos dos volúmenes reflejan con total claridad los avances de la disciplina en los últimos años y pretenden ser una renovación significativa. Hay capítulos dedicados a la historia del cine y de la música, pero la columna vertebral se centra en las artes plásticas. Además, se reproducen las obras pictóricas y escultóricas más significativas del arte argentino.
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