33 - Llega la vista del ciego

A partir de este momento nos sumamos a la propuesta "Argentina despertemos nuestro legado sera de Abundancia"

Una de duendes.


La ambulancia parecía no llegar nunca y eso que el golpe había sido brutal. Aún hubo que esperar la llegada de los bomberos para que los liberasen del amasijo de hierros retorcidos a que había quedado reducido el coche tras chocar contra aquel árbol. 

Comenzaban los años 90 y eso es poco más de lo que F podía recordar de aquel accidente que a punto estuvo de costarles la vida a él y a sus amigos.
La larga y penosa recuperación incluyó la operación de varias fracturas y bastantes visitas al gimnasio del hospital, pero eso no fue lo peor, las pesadillas no cesaban y la amnesia no parecía desvanecerse ¿qué pasó, porqué se estrellaron? huían de algo, algo los hizo salir corriendo tan rápido que solo aquel árbol los logró detener, pero ninguno de los tres tenía una respuest
a coherente y F ni siquiera recordaba. Solo que quería escapar pero no recordaba de qué.
 


Tras unas cuantas visitas al psicólogo, este aconsejó a la madre de F que animase a su hijo a una sesión de hipnosis: preguntar directamente a su subconsciente y así se hizo.
La historia que contó entonces F alumbró las extrañas divagaciones de sus dos compañeros;

Era de madrugada, verano, poco antes del amanecer, volvían a casa de las fiestas de un pueblo, por una carretera secundaria y pararon en un campo al margen de la carretera a fumar un cigarro.
Pararon
el motor, encendieron sus cigarros y mientras comentaban su aventura, de repente algo sacudió el vehículo, parecía que alguien se sentaba violentamente en el maletero balanceando todo aquel pesado coche, -sin poder decir nada, se miraron y miraron el maletero, había suficiente luz como para ver que no había nada, ¿sería algo bajo el coche? antes de que pudieran reaccionar, el balanceo volvió a repetirse, ahora con más violencia, el coche de más de mil kilos casi se levantaba del suelo -¡Corre! -F obedeció sin saber si quiera cual de sus compañeros había gritado, encendió el motor, piso a fondo el acelerador y salio tan rápido como el coche le permitía. 


Uno de sus compañeros desde el asiento de atrás, miraba al exterior y no dejaba de gritar, -¡Acelera, que nos pilla, está acercándose, que viene! -F miro instintivamente el retrovisor y solo pudo distinguir unos ojos rojos que desaparecieron en el momento que el coche, ya sin control, derrapó en aquella curva para ser frenado violentamente por un grueso árbol.

 

Cuando años más tarde F me contó aquella historia, le pedí que me indicase el lugar exacto, lo cual no le resulto nada complicado.
Fui allí con un amigo al que no comenté demasiado del asunto para no sugestionarlo y efectivamente, en aquella curva, aún estaba el árbol herido años atrás y unos cuantos cientos de metros más adelante el campo que describió F. 

Casi pude deducir el lugar exacto donde pararían, puesto que era casi una prolongación del arcén de la carretera y limitaba con la zona arada del propio campo. Paramos allí mismo.
Se trataba de un campo enorme, limitado por la carretera, apenas transitada, a un lado y al otro a unos cien metros, por un pequeño arroyo de agua cristalina, con un precioso árbol. Parecía una imagen de cuento de esas que hacen que la fantasía se deje llevar, imaginando duendes o hadas sobre aquel arroyo  desconectado del mundo.
Tome varias fotos y muestras de la actividad electromagnética y aunque todo parecía normal, algo flotaba en el ambiente, algo que parecía ser más intenso cerca del arroyo, quizás solo era sugestión, pero mi compañero, que apenas sabía nada del asunto que nos llevó allí, también confesó más tarde, haber sentido algo especial.
Unos años más tarde, volví al lugar y en la finca lindante con nuestro campo, habían construido una chatarrería, estacioné donde la vez anterior, que seguía siendo el lugar más idóneo y volví a pasear por aquel campo, ahora recién arado de cereales, donde unas enormes balas de paja eran el único mueble. Esta vez la sensación fue muy distinta, aquella magia, aquella sensación que se respiraba la primera vez había desaparecido.Aquel arroyo, ahora parecía haber perdido su vida, perecía estar contaminado por la presencia profanadora de esa grosera construcción que violó el lugar haciendo huir aquellos duendes, quizás en busca de un lugar más apartado de la civilización.


El escenario de la historia que aquella vez estuvo a punto de tener un final trágico, es muy similar al de otras muchas que hablan de "lugares encantados". 
Este en cuestión suele ser un prado o un bosque bastante apartado y asilvestrado, con un riachuelo, un nacimiento, una fuente o cualquier pequeño curso de agua muy pura. Sitios donde hay quien afirma haber visto extraños seres que a veces identifican como hadas, duendes, espíritus del bosque y un sin fin de idealizaciones que describen seguramente un mismo fenómeno desde diferentes mentalidades o culturas.

Lugares donde la brújula se vuelve loca y algo flota en el ambiente que nos hace girar la cabeza esperando descubrir aquella presencia que sentimos que nos observa y que unas veces nos inquieta y otras nos llena de paz, pareciendo armonizarnos con aquella magia que flota a nuestro alrededor. 


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