33 - Llega la vista del ciego

A partir de este momento nos sumamos a la propuesta "Argentina despertemos nuestro legado sera de Abundancia"

El transhumanismo y la idea politica


Política
Como todo movimiento, cuenta con sus posturas ideológicas que definen el partido y quien los defiende. Se llama extrapolítica a la política transhumanista, que significa salir de la política clásica o bioconservadora, y recibe su nombre del intento de la filosofía transhumanista por superar los límites humanos​. Se la reconoce como la práctica que promueve una reforma estatal a fin de lograr un Estado Postdemocrático que resuelva los problemas sociales y a futuro logre implementar políticas para la mejora tecnológica del hombre. Cuenta con distintas ramas que definen cada criterio político. Estas se manifiestan según su prioridad respecto al uso de tecnología para mejorar el cuerpo humano o no, cómo actúa el Estado por sobre esta implementación, entre otros.

Extropianismo
Seguido del movimiento, llegaron los principios que defienden su posición. En los comienzos, se reconocía a los transhumanistas con el principio de proacción​, es decir, fomentando el crecimiento de una idea sobre el resto. Propuesto por Max More, basó su filosofía en la mejora del hombre amparando un sentimiento anarcocapitalista. El extropianismo, o filosofía de la extropía, defiende la modificación y crecimiento continuo a voluntad de la mente y el cuerpo humano. Se considera que la ciencia y la tecnología es lo que permitirá al humano crecer indefinidamente, trabajando con los ideales de evolución humana y progreso. Fue reconocido por ser el movimiento político transhumanista más antiguo.
El transhumanismo forma parte de un movimiento intelectual y cultural cuya posibilidad y conveniencia afirma una mejora fundamental de la humanidad a través de la razón aplicada. [..] El progreso no debe inclinarse ante el miedo, sino que debe proceder con los ojos bien abiertos.
Max More

Transhumanismo Liberal
Zoltan Istvan proyecta una sociedad científica, el fin de las guerras y el surgimiento de prácticas deportivas acordes al potencial de los nuevos transhumanos​. Es un movimiento político internacionalista que admite la participación extranjera en su agrupación​. “Transhumanist Party” fue el primer partido político transhumanista que llevó a reconocer la posición liberal del movimiento en EEUU, cuyo lema es “Poner la ciencia, la salud y la tecnología en la primera línea de la política americana”. Entre los valores que defiende, busca promover la libertad morfológica, es decir, fomentar el principio de soberanía individual sobre el cuerpo de cada uno para que todos puedan decidir sobre sí mismos, sin lastimar a otros. Defiende una doctrina política que afirma el desarrollo de la libertad individual sobre todo derecho. También proporcionan el proyecto de poder trabajar con la ciencia y la tecnología para eliminar todas las discapacidades humanas y los sufrimientos innecesarios.

Postpoliticismo
Difundido por el Instituto de Extrapolítica y Transhumanismo​, una organización peruana fundada por el estudiante Piero Gayozzo​ y dirigida por el profesor Víctor García-Belaúnde​, dedicada al estudio y desarrollo de políticas transhumanistas (extrapolítica), el postpoliticismo es una vertiente del transhumanismo democrático. Apunta hacia la mejora del hombre como un proyecto de libre acceso que un estado Postdemocrático debe asumir en aras de lograr la posthumanidad y la práctica postpolítica. Propone la necesidad de superar las cuatro teorías políticas vigentes y rescatar lo mejor de cada una de ellas para implementarlas en cualquier país fijando como punto de partida el conocimiento científico90​. Se centra en la consecución de una Sociedad Avanzada, Tecnológica y Transhumanista. Se basa en la ética humanista secular y la filosofía científica de Mario Bunge.

Tecno-optimismo
Promovido por Kurztweil, es un pensamiento a favor del adelanto tecnológico que ha logrado la formación de una agrupación denominada Singularity Unviersity avocada al desarrollo de una súperinteligencia artificial. La iniciativa de Ray Kurztweil destaca el deseo manifiesto de utilizar la tecnología para construir un “mundo mejor”.

La Singularidad constituirá la culminación de la fusión entre nuestra existencia y pensamiento biológico con nuestra tecnología, dando lugar a un mundo que seguirá siendo humano pero que trascenderá nuestras raíces biológicas. En la post-Singularidad, no habrá distinción entre humano y máquina o entre realidad física y virtual. Si se pregunta sobre lo que seguirá siendo inequívocamente humano en un mundo así, la respuesta será: la nuestra es la especie que inherentemente busca expandir su alcance físico y mental más allá de sus limitaciones actuales.
Raymond Kurztweil

Tecnoprogresismo
El tecnoprogresismo es reconocido como una vertiente del transhumanismo democrático de orientación izquierdista. Acepta que la mejora humana deba ser de acceso general en la sociedad y se basa en la convergencia entre el auge tecnológico y social. Luchan por la ideología de un crecimiento humano tecnológico siempre y cuando éste sea regulado democrática, transparente y equitativamente para las personas.

Consideran a la ciencia y a la tecnología como pilares de la investigación pero no como las únicas ramas para estudiarla. Las dimensiones éticas y sociales son las que pueden identificar los costos, riesgos y beneficios reales de una implementación de tal magnitud. Apoyan la decisión de las personas, sea mantener o modificar su intelecto o físico, a través de la tecnología disponible. Sin embargo, promueven que sea mediante un uso seguro, responsable y liberador de tecnologías emergentes como la elección genómica en la reproducción, los organismos genéticamente modificados, la nanotecnología, la inteligencia artificial y la geoingeniería.​

Mantienen la creencia de que los problemas causados por la tecnología pueden ser manejados con la ayuda de vigilancia y regulación democrática. Promueve el respeto por los derechos como solución a los problemas que pueda causar la tecnología. Otro de los ejemplos a esta política es la afirmación de la globalización económica estable siempre y cuando esté acompañada de derechos laborales, protección al trabajador, leyes ambientales y gobernanza democrática mundial de los flujos de capital.

Transhumanismo en los medios
Los medios y la ciencia ficción nunca se quedan atrás a la hora de explorar un movimiento nuevo. El pensamiento del humano mejorado por la tecnología es, para algunos, una aspiración y, para otros, una pesadilla. En diversos casos, el movimiento es representado por una persona o robot con inteligencia y habilidades superiores a la tradicionales que se encuentra dispuesto a ayudar y cooperar para las personas. En otros, se lo expresa como una sociedad distópica en la que un enemigo tecnológico posiciona a los humanos como inferiores al punto de solo causar destrucción. Sin embargo, existen obras que representan ambas posiciones ideológicas y, a pesar de tratar el mismo término, muestran al transhumanismo diferente.

Literatura
Ya en 1984, una posición ideológica muy fuerte respecto al transhumanismo se destacó con Neuromante (1984)​, escrita por William Gibson. Neuromante es considerada como la primera gran novela que dio forma al género cyberpunk, retrayendo al espectador en un futuro invadido por microprocesadores y en el que la información es la materia prima.
Escuche -dijo Case-, es una IA, ¿Sabe? Inteligencia artificial. La música que ustedes oyeron probablemente se metió en los bancos de aquí y cocinó lo que pensaba que les gustaría... [...] Wintermute era el cerebro de la colmena, el que tomaba las decisiones, el que hacía cambios en el mundo exterior. El Neuromante era la personalidad. El Neuromante era la inmortalidad. [...] En los bunkers, todo aquel...Gran escándalo. Despilfarraron una buena porción de carne joven y patriótica para probar alguna nueva tecnología, conocían las defensas de los rusos, como se supo después, conocían los empos, armas de pulso magnético. Enviaron a esos chicos sin importarles nada, sólo para ver.

William Gibson
Con dos años de diferencia entre una obra y la otra, William Gibson lanzó los dos libros siguientes a Neuromante, conformando así la Trilogía del Sprawl. Conde Cero (1986) se desarrolla en un futuro en el que las personas se conectan al ciberespacio por medios neuronales y la sociedad cuenta con multinacionales que dominan el mundo e inteligencias artificiales en la red. Seguida por la misma trama, la trilogía concibe su último libro con Mona Lisa Acelerada (1988)​.

Las más importantes novelas que han encarado directamente los temas transhumanistas y han estimulado el debate son Schismatrix de Bruce Sterling (1985), Blood Music (1985) de Greg Bear, The Xenogenesis Trilogy (1987-1989) de Octavia Butler; las novelas La Cultura (1987-2000) de Iain Banks; Mendigos en España (1990-1994) de Nancy Kress; muchos trabajos de Greg Egan desde principios de los años noventa, como Ciudad permutación (1994) y Diáspora (novela) (1997); The Bohr Maker (1995) de Linda Nagata; Extensa (2002) y Perfekcyjna niedoskonałość (2003) de Jacek Dukaj; Oryx y Crake (2003) de Margaret Atwood; Mindscan (2005) de Robert J. Sawyer; y las obras de Michel Houellebecq Las partículas elementales y La posibilidad de una isla. El reciente best seller de Dan Brown "Inferno" (2013), es una épica centrada en una visión que hace realidad un connotado transhumanista, que asume la corrección del problema de la superpoblación mediante alteración genética, trascendiendo fronteras y paradigmas sociológicos. La novela explica que el movimiento transhumanista, es una realidad de nuevas filosofías acompañado de la ciencia, que pronto dejará de ser minoritario. Natasha Vite-More también es reconocida por su obra The Transhumanist Reader: Classical and Contemporary Essays on the Science, Technology, and Philosophy of the Human Future (2013)​.

Cine y televisión
Teniendo en cuenta las obras audiovisuales en sí, podemos destacar dos medios importantes. A pesar de que el cine y la televisión no tengan el mismo alcance ni sean lo mismo, muchas obras resurgentes en un medio fueron adaptadas para funcionar en el otro.

Entre los casos más reconocidos pertenecientes a estos medios, se encuentran diversas posiciones ideológicas respecto al transhumanismo. Por un lado, Yo, robot comienza en una sociedad en la que las personas y los robots ya conviven pero luego una máquina es la principal sospechosa de un crimen. Sin embargo, muchos espectadores la consideran como una visión hacia un posible futuro si se sigue trabajando en priorizar las habilidades del robot por sobre las personas.

En las décadas inmediatamente anteriores al surgimiento de un explícito movimiento transhumanista, surgieron dispersos elementos transhumanistas en diferentes obras de ficción científica, entre otras Slan (1940) de A. E. van Vogt; la serie Lazarus Long (1941-87) de Robert A. Heinlein; Yo, robot (1950) de Isaac Asimov; El fin de la infancia (1953) y 2001: Una odisea del espacio (1968) de Arthur C. Clarke; Ciberíada (1967) de Stanisław Lem.

Algunas obras con relación con el transhumanismo son las películas (Star Trek, 1979; Blade Runner, 1982; Gattaca, 1997; The Matrix, 1999), Lucy, 2014), las series de televisión (Ancient de Stargate SG-1 y Borg de Star Trek), manga y animé (Ghost in the Shell, Neon Genesis Evangelion) y series (The Six Million Dollar Man, Futurama, Black Mirror ) o abarcando cosas de este como Kamen Rider 555. Muchos de estos trabajos se consideran parte del movimiento cyberpunk y/o género denominado Postcyberpunk.

Videojuegos
El movimiento transhumanista llegó también a los videojuegos. Entre los destacados y más reconocidos se encuentran las sagas Deus Ex (2000) y Metal Gear (1987). La primera saga mencionada retrata una sociedad futurista cuyos habitantes están divididos entre los que usan implantes para mejorar sus cualidades físicas e intelectuales. La segunda plantea directamente una especie mitad humano mitad máquina. Entre otros proyectos también se encuentran Bioshock (2007), Crysis (2007), Half-Life (1999) y System Shock 2 (1999).

Arte
Además de la obra de Natasha Vita-More, antes mencionada, el transhumanismo ha estado representado en las artes visuales por el Carnal Art, una forma de escultura originada por la artista francesa Orlan, que usa el cuerpo como medio y la cirugía plástica como método. El trabajo del artista australiano Stelarc se centra en la alteración de su cuerpo mediante prótesis robóticas e ingeniería de tejidos. Otros artistas cuyo trabajo coincidió con el florecimiento del transhumanismo y que exploraron temas relacionados con la transformación del cuerpo son la artista serbia Marina Abramović y el estadounidense Matthew Barney.

Debate
La misma noción y perspectiva de mejoramiento humano y las cuestiones relacionadas despiertan controversia pública.Las críticas al transhumanismo y sus propuestas tienen dos formas principales: los que cuestionan la verosimilitud de las metas transhumanistas (críticas prácticas); y los que cuestionan los principios morales o visión del mundo que sostienen propuestas transhumanistas o subyacentes transhumanismo (críticas éticas en sí). Sin embargo, estas dos corrientes a veces convergen y se solapan, en particular cuando se considera la ética de cambiar la biología humana en la cara de un conocimiento incompleto.

Los críticos u opositores a menudo ven las metas transhumanistas como amenazas hacia el humanismo o los valores humanos.Algunos también argumentan que la firme defensa de un enfoque transhumanista para mejorar la condición humana podrían desviar la atención y los recursos del cambio social o de problemáticas sociales.A veces, sin embargo, hay fuertes desacuerdos acerca de los principios involucrados, con puntos de vista divergentes sobre la humanidad, naturaleza humana, y la moralidad de las aspiraciones transhumanistas.

Algunas de las críticas más conocidas del programa transhumanista se refieren a las novelas y películas de ficción. Estas, a pesar de presentar mundos imaginarios en lugar de los análisis filosóficos, se utilizan como piedras de toque para algunos de los argumentos más formales.3​

Viabilidad
El sociólogo Max Dublin, en su libro Futurehype: The Tyranny of Prophecy (que se podría traducir como ‘la exageración del futuro: la tiranía de la profecía’), comenta varias predicciones fallidas pasadas acerca del progreso tecnológico y argumenta que las predicciones futuristas modernas serán también desacertadas. También critica lo que ve como cientifismo, fanatismo y nihilismo en el transhumanismo y encuentra paralelismos históricos entre las religiones milenarias y las teorías marxistas.​

En su libro de 2002 Redesigning Humans: Our Inevitable Genetic Future ("Rediseñando humanos: nuestro inevitable futuro genético"), el biofísico Gregory Stock, a pesar de sus simpatías hacia el movimiento transhumanista, se muestra escéptico acerca de la viabilidad técnica o la posible popularidad de una cyborguización de la humanidad al estilo de la predicha por Raymond Kurzweil, Hans Moravec y Kevin Warwick. Cree que durante el siglo XXI, muchos humanos se integrarán profundamente en sistemas mecánicos, pero seguirán siendo principalmente biológicos y pronostica que los cambios principales en la forma y el carácter no provendrán del cyberware, sino de la manipulación directa de la genética, el metabolismo y la bioquímica.

Los pensadores que defienden la verosimilitud del cambio tecnológico masivo a corto plazo enfatizan lo que describen como un patrón de incremento exponencial en las capacidades tecnológicas humanas. Este énfasis es muy claro en la obra de Damien Broderick, especialmente en The spike (La púa, 1997), que contiene pronósticos sobre un futuro radicalmente modificado. Kurzweil desarrolla esta línea con más detalle en su libro de 2005 The singularity is near (La singularidad está cerca). Broderick destaca que muchas de las predicciones que parecían imposibles en los inicios de la ciencia ficción se han cumplido, como la energía nuclear y los viajes espaciales a la luna. También argumenta que las predicciones actuales se basan en el racionalismo, y que observadores como Kurzweil han predicho con éxito pasadas innovaciones.

Excesiva autoconfianza
La primera categoría se basa en lo supuestamente inapropiado del hecho de que los seres humanos se coloquen a sí mismos en el lugar de Dios. Este punto de vista está ejemplificado por la declaración del Vaticano de 2002 Comunión y corresponsabilidad: Personas humanas creadas a imagen de Dios, en la que se declara que «Cambiar la identidad genética del hombre como persona humana mediante la producción de seres infrahumanos es radicalmente inmoral», puesto que tal cosa supondría que «el hombre tiene pleno derecho de disponer de su propia naturaleza biológica». Al mismo tiempo, califican la creación de un superhombre o de un ser espiritualmente superior como «impensable», dado que la verdadera perfección solo puede provenir de la experiencia religiosa. Los teólogos cristianos y activistas laicos de varias iglesias y denominaciones han expresado objeciones similares al transhumanismo y afirman que los cristianos alcanzarán en el más allá lo que prometen algunas corrientes radicales del transhumanismo, tales como una extensión de vida infinita o la abolición del sufrimiento. En este punto de vista, el transhumanismo es solo otro representante de la larga línea de movimientos utópicos que tratan de crear "el cielo en la tierra".​

Otra crítica se dirige principalmente a la genética, la cual Jeremy Rifkin definía como "la modernización de los organismos existentes y diseño de otros totalmente nuevos con la intención de perfeccionar su desempeño", y, más específicamente, los intentos para lograr las metas transhumanistas por medio de la modificación genética humana de embriones para crear "bebés de diseño". Se hace hincapié en el tema de la biocomplejidad y la imprevisibilidad de los intentos de orientar el desarrollo de productos de origen biológico evolutivo. Este argumento, elaborado en particular por el biólogo Stuart Newman, se basa en el reconocimiento de que la transferencia nuclear celular y germinal de ingeniería genética en los animales es propensa a errores que inherentemente perjudican a la morfología y desarrollo embrionario. En consecuencia, por lo que se argumenta, crearía riesgos inaceptables para utilizar tales métodos en embriones humanos. La realización de experimentos, en particular los que tienen consecuencias biológicas permanentes en los seres humanos en desarrollo, serían una violación de los principios aceptados que rigen la investigación en sujetos humanos. Por otra parte, debido a mejoras en los resultados experimentales de una especie no son automáticamente transferibles a una nueva especie sin experimentación, se afirma que no existe ninguna ruta ética hacia la manipulación genética de los seres humanos en las etapas tempranas del desarrollo.

Sin embargo, desde un punto de vista práctico, los protocolos internacionales sobre investigación de la condición humana no representan un obstáculo legal a los intentos de los transhumanistas de mejorar sus capacidades mediante la ingeniería genética. De acuerdo con la experta en leyes Kirsten Rabe Smolensky, las leyes existentes protegerían a los padres que eligiesen mejorar el genoma de sus hijos.

Los pensadores religiosos que apoyan las metas transhumanistas, como los teólogos Ronald Cole-Turner y Ted Peters, rechazan el primer argumento, sosteniendo en cambio que la doctrina de la co-creación obliga al uso de la ingeniería genética para mejorar la biología humana.

Los transhumanistas y otros partidarios de la ingeniería genética no rechazan completamente el segundo argumento, pues hay una gran incertidumbre sobre los resultados de los experimentos en ingeniería genética en humanos. Sin embargo, los transhumanistas dicen que el mayor riesgo descansa en no usar ingeniería genética, porque las tecnologías actuales ya amenazan el entorno​ y un gran número de humanos muere por causas potencialmente solucionables. Esto implica que los beneficios potenciales de las tecnologías de mejora humana superan los peligros potenciales, así que el imperativo moral, si hay alguno, sería empezar a usar estas tecnologías tan pronto como sea posible.Además, los transhumanistas añaden que «alterar la naturaleza» es algo que los humanos han hecho durante milenios con beneficios tangibles.Ante esto, el bioético James Hughes sugiere la posibilidad de construir modelos computerizados del genoma humano, así como de las proteínas y los tejidos que se encuentran codificados en el mismo. Los avances exponenciales en la bioinformática permitirán, según Hughes, anticipar los posibles efectos de la ingeniería genética en humanos mediante su previa experimentación en un modelo virtual.3​Por su parte, el profesor de salud pública Gregory Stock considera los cromosomas artificiales como una opción más segura que las técnicas de ingeniería genética existentes.

Trivialización de la identidad humana

En Estados Unidos los Amish son un grupo religioso conocido por evitar de ciertas tecnologías modernas. Los transhumanistas argumentan que en el futuro cercano es probable que existan los "Humanish", referencia a personas que optan por "seguir siendo humanos", cuya elección creen que debe ser respetada y protegida.

En el libro de 2003 Enough: Staying Human in an Engineered Age, el ético ambientalista Bill McKibben argumentó extensamente contra buena parte de las tecnologías apoyadas por los transhumanistas, incluyendo la elección en la línea germinal, la nanomedicina y las estrategias de prolongación de la vida. Aseguraba que estaría moralmente mal que los humanos modificaran aspectos sustanciales de sí mismos (o de sus hijos) en un intento de superar limitaciones universales como el envejecimiento, la mortalidad, y la limitación biológica de las habilidades cognitivas o físicas. Los intentos de mejorarse a sí mismos a través de tal manipulación conllevarían eliminar las barreras que forman el necesario contexto de la experiencia humana y su libertad de elección. Argumenta que en un mundo donde tales limitaciones hubieran sido superadas por la tecnología, la vida humana habría dejado de tener sentido. Debería incluso renunciarse, según McKibben, al objetivo de la elección parental en la línea germinal con objetivos claramente terapéuticos, puesto que de permitirse no tardarían en surgir tentaciones de llevar la modificación a terrenos como el de las capacidades cognitivas. McKibben afirma que es posible que una sociedad renuncie voluntariamente a ciertas tecnologías y pone por ejemplo la China Ming, el Japón Tokugawa y a los actuales Amish.

Giuseppe Vattino, un partidario del transhumanismo elegido como miembro del Parlamento en Italia, cree que aunque transhumanismo puede hacernos menos humanos, hay consecuencias tanto positivas como negativas. Él cree que transhumanismo hará a las personas "menos sujetas a los caprichos de la naturaleza, como las enfermedades o los fenómenos climáticos extremos".

Los transhumanistas y otros partidarios de la modificación tecnológica de la biología humana, tales como el periodista científico Ronald Bailey, rechazan, por extremadamente subjetivas, las afirmaciones de que la vida sería percibida como carente de sentido si algunas de las limitaciones humanas fueran superadas gracias a las tecnologías de perfeccionamiento humano. Desde su punto de vista, dichas tecnologías no eliminarían el grueso de los retos a los que se enfrentan el individuo y la sociedad. Sugiere que una persona con mayores capacidades se enfrentaría a mayores y más complejos retos, y continuaría encontrando un sentido en la lucha por superarlos y alcanzar la perfección. Bailey también argumenta que los ejemplos históricos de McKibben son equívocos y que llevan a distintas conclusiones cuando se estudian con detenimiento.

División genética
Algunos autores críticos con la corriente del transhumanismo libertario se han centrado en las consecuencias socioeconómicas que estas tecnologías tendrían sobre sociedades con crecientes desequilibrios en la renta. Bill McKibben, por ejemplo, sugiere que las tecnologías de perfeccionamiento humano estarían desproporcionadamente a disposición de aquellos con más recursos financieros, ampliando, por tanto, la brecha entre ricos y pobres y creando una brecha genética.​Lee Silver, biólogo y divulgador científico que acuñó el término reprogenética y que ha apoyado sus aplicaciones, ha mostrado, no obstante, su preocupación de que tales métodos podrían crear una sociedad profundamente dividida entre los que tienen acceso a tales tecnologías y los que no, si las reformas de carácter socialdemócrata continúan sin ir al paso del avance tecnológico.Los críticos que expresan tales preocupaciones no aceptan necesariamente la tesis transhumanista de que la modificación genética sea un valor positivo; al parecer de algunos, debería ser desanimada, o incluso prohibida, puesto que dotaría de aún más poder a aquellos que ya son poderosos.

Estas críticas también son compartidas por los transhumanistas no-libertarios, especialmente los denominados transhumanistas democráticos en el seno de la WTA, que creen que los problemas sociales y ecológicos deben ser tratados mediante una combinación de reformas políticas y tecnológicas (tales como una renta básica universal o las energías alternativas). Por tanto, el bioético James Hughes, en su libro Citizen Cyborg: ¿Por qué las sociedades democráticas deben responder ante el hombre rediseñado del futuro? considera que los progresistas y en especial los tecno-progresistas deben formular y aplicar políticas públicas (tales como bonos de sanidad pública universal que cubran las tecnologías de perfeccionamiento humano) con el objetivo de atenuar la división causada por la disparidad en el acceso a las tecnologías emergentes, en lugar de sencillamente decidir prohibirlas. Esta última opción, argumenta, sería aún más peligrosa, pues podría agravar el problema, originando una situación en la que estas tecnologías solo estarían a disposición de los ricos, bien en el mercado negro o en países donde dicha prohibición no se aplicase.

Deshumanización
Tanto el activista biopolítico Jeremy Rifkin como el biólogo Stuart Newman aceptan que la biotecnología tiene el poder de llevar a cambio profundas modificaciones en la identidad de los organismos. Sin embargo se oponen a la modificación genética de los humanos ante el temor de que se difumine la frontera entre el hombre y su creación.119​120​El filósofo Keekok Leeve considera tales cambios como producto de una acelerada modernización en la que la tecnología se ha usado para transformar lo natural en artefactual.

En la revista Reason, Ronald Bailey ha acusado a estos críticos de la investigación en animales de caer en el alarmismo cuando figuran que tales experimentos llevarán a la creación de criaturas subhumanas con una inteligencia o cerebro parecidos a los del ser humano. Bailey insiste en que el único objetivo de dichas investigaciones es lograr avances médicos.

Una respuesta diferente procede de los teóricos de la personalidad, transhumanistas que objetan contra lo que consideran una antropomorfobia al estilo de lo que el escritor Isaac Asimov llamó el complejo de Frankenstein. Según su visión, cualquier clon humano, animal modificado o inteligencia artificial que demostrase ser autoconsciente, sería considerado una persona merecedora de respeto, dignidad y derechos de ciudadanía. Consecuentemente argumentan que el problema no estaría en la creación de supuestos monstruos, sino en el factor-repugnancia y en el especismo que juzgaría y trataría a tales seres como monstruosos.

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