Lepht hace parte de una comunidad que empezó a crecer recientemente de biohackers.
"Yo prefiero sufrir el dolor y adquirir conocimientos que evitar el dolor y quedarme sin el conocimiento", empieza diciéndole Lepht a la BBC al explicar la razón por la que se ha hecho más de 50 operaciones en los últimos 8 años.Lepht es "una hacker británica de wetware sin rostro o género, sin dioses o dinero, a la que le gusta la gente, la ciencia y el transhumanismo práctico", según se describe en el perfil de su popular blog Sapiens Anonym.
¿Wetware?
Para empezar entendiendo, buscamos los significados.
"El término wetware es usado para describir la encarnación de conceptos de la construcción física conocida como sistema nervioso central y la construcción mental conocida como la mente humana. Wetware es una abstracción de dos partes de un humano vistas desde los conceptos informáticos del hardware y el software", dicen los diccionarios especializados.
De manera que, si un hacker es alguien que modifica cualquier sistema para que pueda emplearse de formas no pensadas por sus creadores, ese sistema en este caso sería el wetware.
O, pecando de simplista, el cuerpo.
"Lo que hacemos es intentar usar tecnología de una manera personal para que nuestros cuerpos sean mejores", precisa Lepht.
¿Te parece insensato meterse aparatos al cuerpo? Piensa en los marcapasos. La gran diferencia -y riesgo- es que la gran mayoría de estos biohackers no tienen conocimientos médicos.
¿Transhumanismo?
"El transhumanismo es básicamente la filosofía de que podemos y debemos mejorar la calidad de vida usando la tecnología", señala Lepht.
Quien articuló los principios de este movimiento intelectual, que cuenta con partidarios y detractores en todo el mundo, fue el filósofo británico Max More.
En 1990 lo explicó que "los transhumanistas buscan la continuación y aceleración de la evolución de la vida inteligente más allá de su forma humana actual y sus limitaciones por medio de la ciencia y la tecnología, guiados por principios y valores de la promoción de la vida".
Un grupo de ellos, los biohackers o grinders, son -como dice Lepht- transhumanistas prácticos, lo que quiere decir que practican experimentos en su propio cuerpo para apurar el paso de esa ciencia y tecnología.
En nombre de estos ideales Lepht aguanta el dolor que se autoinflige.
"No hay otra manera fácil de lograrlo que no sea sentarse a esperar que alguien que tenga un laboratorio de investigación y respaldo corporativo lo haga", dice la bloguera.
Un sexto sentido
"Mi primer experimento quirúrgico tuvo lugar en 2007".
"Lo que hice fue comprar un chip digital y un lector por internet, así como unos instrumentos médicos estériles", relata la escocesa.
Este es uno de los chips que se ha puesto Lepht. Es pequeño pero en esa primera ocasión, el proceso fue sangriento, como muestra LA PRÓXIMA IMAGEN que PUEDE HERIR SENSIBILIDADES.
"En esa época tenía una amiga que estaba estudiando medicina y quiso participar".
"Ella me hizo la incisión y yo inserté el chip".
Desde entonces Lepth se ha estado insertando chips en el cuerpo.
Algunas de las operaciones se las hizo para insertar imanes en sus dedos, para adquirir un sentido extra.
Los imanes, que se pueden activar con pequeñas bobinas de cable conectadas a sensores externos como ultrasonidos o infrarrojos, le permiten "sentir" la distancia entre sus manos y los objetos o el calor remoto.
"Tu sistema nervioso funciona con señales electrónicas, de la misma forma que cualquier tipo de aparato. Son señales que viajan por tu cuerpo hacia tu cerebro, sólo que en vez de circuitos tenemos nervios".
"Cuando uno pone un pequeño nodo en el sistema nervioso, si este genera una señal eléctrica, se conectará con tus nervios sin problema".
Mejorando ese aparato que es el cuerpo
Recientemente, Lepth se hizo una "actualización": cambió uno de los chips que tiene en el cuerpo por otro.
"Puede hacer más que el que tenía. Quería ver era si podía leer la información de una tarjeta de pago por contacto".
Y, efectivamente, cuando acercó su mano con el nuevo chip al lector de su lápiz de memoria o USB, los datos aparecieron en la pantalla de su computador.
Eso quiere decir que, si se lo permitieran, al pagar por algo, no necesitaría pasar una tarjeta sino simplemente su mano.
La razón de la locura
El grave problema con lo que hacen los miembros de esta comunidad de biohackers es obvio.
Aunque se asegura de que lo que se implanta esté hecho con materiales que no producen reacciones adversas en el cuerpo y comprende los principios básicos de la esterilización, "no soy doctora ni cuento con ningún entrenamiento médico", concede Lepht.
Sin embargo, reclama: "Desde mi punto de vista, esto es algo que yo me hago a mí misma, ejerciendo mi derecho sobre mi propio cuerpo".
"No estoy proponiendo que nadie más lo haga", aclara.
Algunas de las operaciones se las hizo para insertar imanes en sus dedos, para adquirir un sentido extra.
Los imanes, que se pueden activar con pequeñas bobinas de cable conectadas a sensores externos como ultrasonidos o infrarrojos, le permiten "sentir" la distancia entre sus manos y los objetos o el calor remoto.
"Tu sistema nervioso funciona con señales electrónicas, de la misma forma que cualquier tipo de aparato. Son señales que viajan por tu cuerpo hacia tu cerebro, sólo que en vez de circuitos tenemos nervios".
"Cuando uno pone un pequeño nodo en el sistema nervioso, si este genera una señal eléctrica, se conectará con tus nervios sin problema".
Mejorando ese aparato que es el cuerpo
Hoy en día, las operaciones que se hace Lepht son menos sangrientas. Esta es la "actualización" que se hizo frente a la BBC. En este punto, el implante ya fue insertado.
Recientemente, Lepth se hizo una "actualización": cambió uno de los chips que tiene en el cuerpo por otro.
"Puede hacer más que el que tenía. Quería ver era si podía leer la información de una tarjeta de pago por contacto".
Y, efectivamente, cuando acercó su mano con el nuevo chip al lector de su lápiz de memoria o USB, los datos aparecieron en la pantalla de su computador.
Eso quiere decir que, si se lo permitieran, al pagar por algo, no necesitaría pasar una tarjeta sino simplemente su mano.
La razón de la locura
El grave problema con lo que hacen los miembros de esta comunidad de biohackers es obvio.
Aunque se asegura de que lo que se implanta esté hecho con materiales que no producen reacciones adversas en el cuerpo y comprende los principios básicos de la esterilización, "no soy doctora ni cuento con ningún entrenamiento médico", concede Lepht.
Sin embargo, reclama: "Desde mi punto de vista, esto es algo que yo me hago a mí misma, ejerciendo mi derecho sobre mi propio cuerpo".
"No estoy proponiendo que nadie más lo haga", aclara.
"Mi sueño es conseguir data que otros biohackers puedan aprovechar en el futuro para que sea de utilidad para la gente", concluye.
El blog de biohacking de Lepht ha recibido más de 600.000 visitas.
Los biohackers se comunican a través de foros en la web para avanzar en sus experimentos.
¿Estarán allanado el camino para el futuro de la tecnología integrada a nuestro cuerpo o haciéndose daño en vano?
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