El arte de dominarse a sí mismo, incluye el dejar de dar poder a otros sobre mi, donde incluye que tanto los comentarios como las acciones de otros, fuera de mi control, no tengan un efecto sobre mi.
Desde luego no es fácil porque al hombre se le domina, ya sea por miedo o por placer, por vanidad o por desconcierto, puesto que podemos ignorar un comentario ofensivo pero cómo disfrutamos un buen halago o una caricia, ¿verdad?
No te negaré que una palmada en el hombro o una caricia no sean buenos ni sinceros, pero también estos nos mueven porque hemos sido acostumbrados y condicionados, dando un valor a otros cuando nos felicitan en lugar de hacernos valer a nosotros mismos.
Que no se malinterprete, desde luego, que uno debe volverse apático ante la vida misma, sino que uno debe desarrollar la <<Apatheia>> griega, la tranquilidad del ánimo a través de la ecuanimidad ante el placer y dolor.
Si entiendes esto, y lo que su gestión implica, entonces comenzarás a desarrollar esa <<Phroairesis>> griega, ese “locus de control interno” logrando tener control sobre tus emociones y tus pensamientos.
Comprendes, entonces, el signficado y valor de compartir una emoción y no necesitar que otros la despierten en ti.
El mar de bronce, los caballos de Platón, el venus o piscis mal aspectos y las aguas negras y turbias, son símbolos que representan al dominio de estos instintos.
“Quienes no se hayan fortalecido mientras podían, sufrirán las consecuencias de sus berrinches.”
Arte: John Martin, “The Creation of Light” (1824).
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